mis sentimientos se recuestan sobre
temerarios sueños
que hacen de la razón un juguete
inadecuado.
Accidentalmente me tropecé contigo
y sin darme cuenta te enredaste entre mis
ojos,
los que en tormentoso sentimiento se
envolvieron.
Tus ojos serenos eran como luceros,
los que en silencio llenaban con su luz
todas las miradas que encantadas te
miraban.
Tu cabello se acomodaba gentilmente
con celeste brillo sobre tus hombros
como tierna noche que reposa sobre el día.
Te levantaste, y al verte caminar lejos de
mí
me di cuenta lo mucho que me había afectado
haberme tropezado contigo.
Al quedarse mis ojos sin tu angelical
presencia
mi corazón comenzó a sentir,
atrapado en una duda, pensaba inquieto.
Era acaso aquello un engaño de la razón
la que por amor veía cosas
que tal vez quien las observaba era mi
imaginación.
Te devolviste y al tocarte de nuevo con la
mirada
todo cuanto había en mi mente se había
esfumado,
al darme cuenta de la gravedad de mi
problema, cerré mis ojos.
Mi rostro no podía negar el miedo que
sentía,
mientras el pensamiento me decepcionaba,
mis emociones me gritaban:
Que por cada sentimiento que ante ti
oculto,
hay una estrella postrada en el firmamento
que se esconde triste en el olvido.
Que por cada palabra que temo decir
hay un granito de arena adornando el fondo
del mar
que se hecha a perder en el silencio.
Cómo acuñarse a tan solo un pensamiento
y dormir bajo la esperanza de cerrar mis
ojos
esperando que tu figura vista mis
sentimientos.
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