no encuentras tu zapatillas de cristal,
están bajo la mesa
junto al cajón de recuerdos
que debemos desechar.
Por qué esa cara bella Dama,
es qué acaso tienes pena
de que den las doce
perdida en un sentimiento
no puedas escaparte de mis caricias.
Once y media y todavía duermes
entre mis brazos
mientras tu espalda
con un murmullo sutil responde
que no te molesta la cercanía.
Quince para las doce, duermes aun,
ahora son tus brazos
los que me aprisionan,
inspirando lo que el otro espira
nos asfixiamos en una caricia.
Faltan diez y me preguntas que hora es
sin abrir los ojos
esperas que te conteste
con un beso pequeño, tierno, sincero
que como avalancha se precipite hacia la pasión.
Quedan cinco minutos y estamos perdidos
dentro de la tentación de nuestros labios
a la que le hemos permitido perderel control
entonces, de repente, todo se detiene,
solo queda un minuto para la azaroza hora.
Ya son las doce en punto,
mienstras tu cuerpo se escurre entre la ropa
tu mirada me confieza con diabolica ternura
no deseas marcharte, quedate un poco mas
te pido y me respondes con tu espalda.
Las doce y un minuto
solo queda el cariño de tu perfume mi lado,
mi cuerpo sediento le pregunta a mi alma
por qué lo has permitido
porque el corazón esta enamorado le contesta.
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