que convierte
la mente
en una masa
inerte;
pone en
zozobra
al pobre
corazón confundido.
Mas afanando
el hálito
se pone en
pies de guerra
tratando de no
fracasar
en este
piélago de infortunios
distante de
cualquier esperanza.
Enfrentando su
laso ánimo
mientras su
macula razón
le soborna con
disfrazados espantos;
situación que
lo mantiene vagoroso
impidiéndole usar el pensar.
Siempre que
desafía su destino
avanzando
esforzosamente,
raudales de
melancolía
le hacen
disipar la poca fuerza
que su espero
concibe.
Cada vez que
volvía y comenzaba
este
deprimente esfuerzo,
mas magro
dejaba
su abatido
espíritu
obligándolo a
forzosa retirada.
Inmolando su
escasa vida,
tal era el
susodicho sufrimiento
que se
mantenía en eterna lontananza,
donde la
realidad no le alcanzaba
vedándose el
mismo de todo raciocinio.
Heroicamente
se mantiene luchando
aún cuando su
espíritu
ya le obliga a
prosternarse,
o pedir ayuda
para salir del infortunio
de haber
combatido con un amor imposible.