-Mi amor todo esta listo,
mañana comenzamos unas muy merecidas vacaciones, la vamos a pasar muy de lo
lindo, tu y yo, sin estrés, sin preocupaciones, con calma, relajación, hmmmm…
que delicia, todo esto me excita-, recuerdo que me decía Miriam mientras se me
acercaba, me masajeo con mucho cariño la espalda y me besaba la misma con mucha
sensualidad, era inevitable sumarme a la excitación que ya había comenzado en
ella. Una pareja normal, con una vida muy normal.
-Bueno, creo que voy a tener
que considerar mas vacaciones de ahora en adelante-, le decía a Miriam mientras
le daba vueltas nerviosamente en los bolsillos de mi pantalón a esa cajita
negra que tanto nos hace temblar a los hombres y a las mujeres, a nosotros de pánico
y a ellas de emoción.
-Qué insinúas bobo- respondía
Miriam, mientras comenzaba otro embate emocional de besos, el cariño cedía ante
la pasión que se avecinaba. No se percataba en lo mas mínimo que los nervios me
estaban devorando. No tenia ni la mas nimia idea de cómo iba a decirle lo que
estaba apunto de decirle a Miriam. Es increíble como uno practica estos
momentos una vez tras otra y se imagina todos los posibles escenarios en
nuestra mente y cuando llega el momento nos quedamos en blanco.
-Miriam…- fue lo único que
pude gesticular, tras eso solo me quedo sumergirme en un profundo suspiro.
-Dime mi amor…- ingenua, me
besaba el cuello, todavía no se percataba de nada.
-Tengo algo muy importante
que plantearte…- esta vez mi nerviosismo se mezclo con una incontrolable ansiedad,
trataba de ocultar el pánico al que me estaba enfrentando, pero no podía ni
mirarla a los ojos.
-Qué tienes que plantearme-
me contesto, esta vez acercando los parpados y frunciendo un poco el ceño lo
que evidenciaba cierta curiosidad, era inevitable, pues una vez que te seduce
el pánico es difícil que una persona que halla convivido contigo mas de un año
no reconozca tus facies. Pero en su cara mas que emoción lo que se asomo fue
intento de enojo.
–Andrés-, me dijo mirándome
seriamente, -¿mañana nos vamos de vacaciones, verdad-. Sonreí un poco, me
imagine lo que Miriam estaba pensando.
-jejeje, mi amor, no es eso…
lo que yo quiero plantearte, es que tu consideres…- hice una pausa, respire
profundo para tomar mas fuerza, la mire directamente a los ojos y cuando iba
sacar la cajita negra del bolsillo de mi pantalón, -rrrriiiiiinnngggg-, sonó el
teléfono. No hay en el mundo que mate con crueldad un momento especial que el
desagradable timbre metálico de una llamada inesperada en un momento no deseado.
Miriam que estaba de pie, se
acerco al telefono mirándolo como se mira a quien se quiere matar, espero un
nuevo timbrazo –¿Quién demonios será a esta hora- sonó de nuevo, levanto el
auricular con un desprecio… -Buenas noches- dijo no muy simpáticamente.
-Buenas noches- respondió la
voz del otro lado, una voz femenina pero con cierto timbre extraño, -disculpe
la molestia, ¿pero me podría comunicar con Andrés por favor?-.
-¿De parte de quién?-
pregunto Miriam sin esconder que estaba molesta, -Karola- respondió la voz femenina
de timbre extraño. Miriam me miro con una cara… -Andrés te llama una tal
Karola- y me paso el teléfono.
-¿Quién?- pregunte
extrañado.
-¡Karola, ¿estas sordo?- me
dijo en su tono de voz desagradable, como si el culpable de la llamada era yo.
No era de sorprenderse, pues no hay nada que trastorne el humor de una mujer
que algo que le enfrié un momento especial.
-¿Karola? Que raro- pregunte
muy extrañado, no me era nada familiar ese nombre, la única Karola que podía
considerar en ese momento esa muy improbable que fuera la que estaba esperando
que yo contestara, -¿Karola?- pregunte inseguro.
-Andrés, soy yo la amiga de
Magdalena- me dijo.
-Muchacha… cuanto tiempo,
¿Cómo estas?- le pregunte extrañado, mientras tantos Miriam me miraba con una
desagradable curiosidad, quién era esa tal Karola que le había matado el
momento llamando a mas de la media noche.
-Andrés, lamento llamarte a
estas horas pero es que…- se detuvo.
-¿Qué sucede? Le pregunte
con cierta ansiedad.
-Es Magdalena, ha tenido un
accidente y esta muy mal y como ella quería que al primero que llamaran si algo
así le sucedía fuese a ti-.
-¿Pero y eso porque?- le
pregunte anonadado.
-No se, ella solo me dijo
que te llamara en caso que algo malo le pasará y que te dijera algo sobre
Nicol-.
-¿Qué me dijeras algo de quién?-.
-De Nicol, su hija-.
-¿Nicol?...- me quede
pensativo, -¿y qué te dijo, que me dijeras de ella?-
-Que te dijera que la niña
era hermosa y que tenía los ojos de su padre. Andrés yo no se de que se trata
todo esto, solo se que Magdalena esta muy mal...-
-¿de qué color tiene los
ojos la niña?- le pregunte interrumpiéndola.
-Algo verdes-, me respondió
sorprendida, pues me interesaba mas los ojos de la hija de Magdalena y no se
como ella estaba.
-Karola, mañana estoy allá-.
Le dije de repente sin darme tiempo a pensar lo que estaba diciendo.
Karola, atónita solo me dijo
–bueno, nos vemos mañana entonces, a que horas vas a llegar-.
-No estoy seguro pero creo
que sale un vuelo para allá a las 4 de la mañana, de ser así estaré allá en
antes de las 10 de la mañana.-
-Bueno, Andrés, gracias por
todo y disculpa la molestia, nos vemos mañana-
-para nada, no es molestia,
gracias por avisarme Karola, nos vemos mañana-. Colgué el teléfono con una
lentitud desesperante. A todo esto me había olvidado por completo de Miriam,
toda esta conversación la había dejado despistada y algo asombrada.
-¿Andrés, qué sucede, quien
era esa tal Karola?
-Era una amiga de Magdalena-
-¿Magdalena?-
-si. Es una vieja amiga,
bueno mi mejor amiga en realidad, parece que tuvo un accidente muy malo y esta
muy grave-.
-¿y por qué tienes que ir
para allá, tu precisamente?- me pregunto extrañada.
-porque su hija esta sola
aparentemente no hay quien se encargue
de ella- le dije, era en lo único que estaba pensando, en su hija, en Nicol.
-¿y por qué tienes que ir tu
a velar por la hija de una amiga tuya- me dijo en un tono desafiante.
Mire directamente a los
ojos, -precisamente mi amor, por eso es que tengo que irme para Sto. Dgo. Lo más
pronto posible-.
-¿por qué?- Pregunto
violentamente, -¿Por qué tienes que ser tu, porque no la atiende su padre?-.
Después de unos segundos de
silencio y tras un apagado suspiro le conteste:
– Miriam, porque
precisamente el padre soy yo-.
a veces cuando creemos que el recuerdo nos traiciona, el olvido se manifiesta y nos regala memorias.
lunes, 28 de enero de 2013
viernes, 18 de enero de 2013
Cucuyos
Donde están los cucuyos
que iluminaron mi infancia,
donde encuentro de nuevo
los colores perdidos
de la inocente inocencia.
El alcohol puede sin remedio
conservar mis neuronas,
pero el precio que pago
es el robo inefable
del matiz de mi infancia,
de la habilidad de usar la mente
solo para saborear fantasías
haciendo de la imaginación un juego
y no un laberinto de complicaciones
utilizado para razonar
pensamientos abstractos
que hacen de la realidad
un mito lejano
y difícil de disfrutar.
Facturas, deudas y recibos,
llamadas de alerta
y depósitos raquíticos.
Donde están mis cucuyos
que me protegían
de la infamia de este mundo.
que iluminaron mi infancia,
donde encuentro de nuevo
los colores perdidos
de la inocente inocencia.
El alcohol puede sin remedio
conservar mis neuronas,
pero el precio que pago
es el robo inefable
del matiz de mi infancia,
de la habilidad de usar la mente
solo para saborear fantasías
haciendo de la imaginación un juego
y no un laberinto de complicaciones
utilizado para razonar
pensamientos abstractos
que hacen de la realidad
un mito lejano
y difícil de disfrutar.
Facturas, deudas y recibos,
llamadas de alerta
y depósitos raquíticos.
Donde están mis cucuyos
que me protegían
de la infamia de este mundo.
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